Es obra del arquitecto de origen bermeano Pedro Ispizua, un apasionado del dibujo artístico, algo que se manifiesta en las propuestas gráficas de este kiosco de música, circular, con cubierta volada y de gran expresionismo, inspirado en la forma de una concha.
Es, junto al Mercado de la Ribera, el legado más importante de Ispizua en el casco histórico bilbaino.
En este kiosco se organizan fiestas privadas, conciertos, sesiones de djs, etc.